Mi hijo Lucas (by Floreal)
Hace unos meses que no veo a Juan por el barrio. Voy a escribirle, tal vez no sea demasiado tarde. Ojalá que no haya escuchado los chismes del barrio. San Miguel es un nido de cotorras, pero yo no nunca creí lo que decían de Juan. Merezco un poco de confianza y necesito un aliado. Voy a escribirle. Por lo menos una persona que me devuelva el saludo.
Espero que no se enoje porque evito su casa. Como siempre tengo que doblar a la izquierda en Ángel Delía, es lo mismo si cruzo Moreno por la mitad de la calle y no lo hago por la esquina, donde vive él. No es una conducta tan descabellada. Salgo de mi casa, hago unos diez metros, paso por lo del Rengo (que en paz descanse su mujer), por lo de doña Ana, y ahí nomás cruzo Moreno. Desde la esquina de enfrente se ve la casa de Juan, que mira desde adentro. El siempre me está observando. Parece el sereno del barrio, y no está mal con la delincuencia de hoy en día. Por suerte tengo a Lucas. No hay Rott Weiler más bonito que él. Le voy a recomendar a Juan que se compre uno. Todos los jubilados deberían tener uno. Sí, lo voy a convencer. Es mejor que tener un arma. Desde que llegó a casa, nadie se atreve ni a acercarse a las benditas lámparas bajo consumo de la puerta. Antes, me robaban una por mes. No hay moral en este país. Los jóvenes ya no tienen códigos ni respeto por nadie.
Qué feliz estoy con Lucas, es tan guardián. Y si ladra, seguro que alguna persona merodea la casa. Le voy a contar todo a Juan, espero que me crea. Los demás sospechan algo. Es el colmo, si hasta Raquel me quitó el saludo, y Mario hace como si no me conociera. Cuando paso por la zapatería y me asomo, el muy turro agacha la cabeza y sigue en lo suyo. Doña Ana me tiene miedo, cada vez que me ve se mete adentro. No se qué habrán inventado esos tipos. Lo de Porota fue medio extraño, lo acepto, pero desconfiar del pobre Lucas es una injusticia. Vaya uno a saber lo que dirán de él. ¿Será que estuvo tan mal con Porota? Es que es muy celoso, hay que entenderlo. A veces me da lástima Porota, es una pena, pero no pudo adaptarse a la vida de Lucas. Espero que Juan sepa entenderme.
Con Porota veníamos mal desde antes de que llegara Lucas. Desde que largué la ferretería que estuvimos peleados. Y con Lucas, todo se puso peor. Tengo que convencer a Juan de que mi pobre Lucas no tuvo nada que ver con la desaparición de Porota. Y Digo: “tengo que convencer” como si tuviera que convencerme a mí mismo. Pero no, no puedo dudar de Lucas. En el barrio desconfían de él porque no lo conocen. Y como no la vieron salir a Porota la madrugada en que se fue, o les queda pensar que desapareció, o que Lucas terminó por comérsela. No se cómo pueden pensar semejante cosa.
Espero que no se enoje porque evito su casa. Como siempre tengo que doblar a la izquierda en Ángel Delía, es lo mismo si cruzo Moreno por la mitad de la calle y no lo hago por la esquina, donde vive él. No es una conducta tan descabellada. Salgo de mi casa, hago unos diez metros, paso por lo del Rengo (que en paz descanse su mujer), por lo de doña Ana, y ahí nomás cruzo Moreno. Desde la esquina de enfrente se ve la casa de Juan, que mira desde adentro. El siempre me está observando. Parece el sereno del barrio, y no está mal con la delincuencia de hoy en día. Por suerte tengo a Lucas. No hay Rott Weiler más bonito que él. Le voy a recomendar a Juan que se compre uno. Todos los jubilados deberían tener uno. Sí, lo voy a convencer. Es mejor que tener un arma. Desde que llegó a casa, nadie se atreve ni a acercarse a las benditas lámparas bajo consumo de la puerta. Antes, me robaban una por mes. No hay moral en este país. Los jóvenes ya no tienen códigos ni respeto por nadie.
Qué feliz estoy con Lucas, es tan guardián. Y si ladra, seguro que alguna persona merodea la casa. Le voy a contar todo a Juan, espero que me crea. Los demás sospechan algo. Es el colmo, si hasta Raquel me quitó el saludo, y Mario hace como si no me conociera. Cuando paso por la zapatería y me asomo, el muy turro agacha la cabeza y sigue en lo suyo. Doña Ana me tiene miedo, cada vez que me ve se mete adentro. No se qué habrán inventado esos tipos. Lo de Porota fue medio extraño, lo acepto, pero desconfiar del pobre Lucas es una injusticia. Vaya uno a saber lo que dirán de él. ¿Será que estuvo tan mal con Porota? Es que es muy celoso, hay que entenderlo. A veces me da lástima Porota, es una pena, pero no pudo adaptarse a la vida de Lucas. Espero que Juan sepa entenderme.
Con Porota veníamos mal desde antes de que llegara Lucas. Desde que largué la ferretería que estuvimos peleados. Y con Lucas, todo se puso peor. Tengo que convencer a Juan de que mi pobre Lucas no tuvo nada que ver con la desaparición de Porota. Y Digo: “tengo que convencer” como si tuviera que convencerme a mí mismo. Pero no, no puedo dudar de Lucas. En el barrio desconfían de él porque no lo conocen. Y como no la vieron salir a Porota la madrugada en que se fue, o les queda pensar que desapareció, o que Lucas terminó por comérsela. No se cómo pueden pensar semejante cosa.