jueves, noviembre 10, 2005

Juan Martín (By Sally)

El rayo de sol más amarillo de aquél amanecer que nunca despertó se derramó tímidamente por sobre la ciudad, matizando cálidamente cada cosa que tocaba.

A vos te acariciaba de una manera dulce, sutil, y parecía que no había fronteras entre tu alma-Sol y la luz que desprendía tu piel. El papel recién pintado del cielo te cobijaba, y vos lo mirabas porque en él estaba plasmada la realidad de las palabras que nunca nos dijimos, la sinceridad de las miradas que jamás nos regalamos, la verdad de lo que sos.

Se desprendían mariposas arremolinadas de las cenizas locas de viento del pucho que jamás fumaste, y en tu boca hubo un nuevo Sol naciente. Esbozaste una sonrisa en óleos y pasteles, con pinceladas de todos los sentimientos: me habías visto.

Y yo, bajo el ala de un árbol verde, sentada en el lugar más frío de su sombra, miraba aquél espectáculo sabiéndome ajena, embebida de silencios permanentes que gritan quién soy y de nubes en los ojos.

Cómo hubiese querido robarte un rayo de Sol para abrigarme un poco el alma...

Hoy te doy esta hoja que, como bien sabés, nunca escribí, para mostrarte que es un espejo en el que todos podemos ver qué hay de mí acá adentro, y en el que me miro de vez en cuando para verte.

Espero puedas hallarte en él.