EL PUNTO (by Sally)
A fin de entendernos como juntos no nos designamos "centro" sino "punto". Pensamos en el espacio y en el tiempo: el punto de encuentro, el lugar común, ahí, donde nos vemos unidos, uno al otro como si uno solo; el punto que nos hace puntuales o impuntuales, ese momento y no otro, el instante donde latimos al unísono (larga noche de submarino y bar careta en San Miguel)
Agustin
Es chico, un chico, pequeña su figura. Deambula con su barba de madreselva entretejida, pendulando las dos gotas de miel de los ojos (dulce color ambar desparramado en los míos cada vez que nos compartimos).
Parece una invención sacada de un cuento (alguno de los suyos, por supuesto, o quizás de los míos). Prestidigitador de palabras, se da a la tarea de crear mundos en donde reposo y me recreo.
Cíclico existir, si un día me faltara, yo me faltaría; si en cambio fuera yo la desaparecida, él no sería completamente...
No sabémos cómo nos descubrimos y nos vemos poco y nada. Distantes sensibilidades, nos hallamos unidos.
Nuestro pretérito letargo terminó el día en que nos llegamos y yo lo quiero superlativamente.
Me freno en el afán de querer describirlo: ahora recuerdo qeu mi paupérrima prosa no tiene el vuelo que su esencia presupone...
Gonzalo
Gonzalo es como un dia que cocluye. Tiene ocaso en los ojos, sus risas se ocasan, sus palabras van cayendo como el Sol suicida en el horizonte.
Siempre con razonamientos absurdos, se pretende arlequín de la banda - estúpida monarquía de reyes irrisorios-.
Anagramando la vida va este sujeto, moviéndose sin más estrategia que su mente momentánea.
Carraspea algunas veces por su gonzala contradicción: cree en las leyes para romperlas; rompe modelos creativos.
Mezcla de Casero y Todo por dos pesos, ha llegado a darme risas gigantescas en el estómago, que es, por cierto, donde se genera el estallido que percibimos como carcajada.
Y, a pesar de la alegría, Gonzalo es un día que concluye. Yo sé que en silencio todos obviamos la noche y esperamos a ver su alborada para, en ese momento de gloria, aplaudirlo de pies a cabeza.
Lucía
Vino de la mano
del de la entretejida barba.
Despojada de guardapolvos
es inocencia y alegría
y, sin embargo, cómo se izan
esas nubes en sus ojos...
Lucía,
llena de lluvia y de vida
Lucía,
tan cotidiana y desconocida
Lucía,
la voz de Buenos Aires te nombra
Lucía...
Te pensamos y repensamos
y te queremos
y te cuidamos
-sos nuestra eterna protegida-
perdonanos,
¡te queremos
Lucía!
Agustin
Es chico, un chico, pequeña su figura. Deambula con su barba de madreselva entretejida, pendulando las dos gotas de miel de los ojos (dulce color ambar desparramado en los míos cada vez que nos compartimos).
Parece una invención sacada de un cuento (alguno de los suyos, por supuesto, o quizás de los míos). Prestidigitador de palabras, se da a la tarea de crear mundos en donde reposo y me recreo.
Cíclico existir, si un día me faltara, yo me faltaría; si en cambio fuera yo la desaparecida, él no sería completamente...
No sabémos cómo nos descubrimos y nos vemos poco y nada. Distantes sensibilidades, nos hallamos unidos.
Nuestro pretérito letargo terminó el día en que nos llegamos y yo lo quiero superlativamente.
Me freno en el afán de querer describirlo: ahora recuerdo qeu mi paupérrima prosa no tiene el vuelo que su esencia presupone...
Gonzalo
Gonzalo es como un dia que cocluye. Tiene ocaso en los ojos, sus risas se ocasan, sus palabras van cayendo como el Sol suicida en el horizonte.
Siempre con razonamientos absurdos, se pretende arlequín de la banda - estúpida monarquía de reyes irrisorios-.
Anagramando la vida va este sujeto, moviéndose sin más estrategia que su mente momentánea.
Carraspea algunas veces por su gonzala contradicción: cree en las leyes para romperlas; rompe modelos creativos.
Mezcla de Casero y Todo por dos pesos, ha llegado a darme risas gigantescas en el estómago, que es, por cierto, donde se genera el estallido que percibimos como carcajada.
Y, a pesar de la alegría, Gonzalo es un día que concluye. Yo sé que en silencio todos obviamos la noche y esperamos a ver su alborada para, en ese momento de gloria, aplaudirlo de pies a cabeza.
Lucía
Vino de la mano
del de la entretejida barba.
Despojada de guardapolvos
es inocencia y alegría
y, sin embargo, cómo se izan
esas nubes en sus ojos...
Lucía,
llena de lluvia y de vida
Lucía,
tan cotidiana y desconocida
Lucía,
la voz de Buenos Aires te nombra
Lucía...
Te pensamos y repensamos
y te queremos
y te cuidamos
-sos nuestra eterna protegida-
perdonanos,
¡te queremos
Lucía!